sábado, 22 de diciembre de 2007

Parque Nacional Sierra de las Quijadas

En la zona de Sierra de las Quijadas convive una curiosa asociación de flora y fauna perteneciente al Chaco semiárido y al Monte. El primero define una vegetación adaptada a vivir con escasez de agua, con un estrato herbáceo de gramíneas o pastos y numerosos tipos de cactus (cardoncitos y tunas) y bromeliáceas, de hojas alargadas con disposición arrosetada, epífitas aéreas o terrestres como el chaguar y el clavel del aire. Por su parte, el Monte se identifica por los matorrales, con el predominio de la jarilla, el garabato, la brea y el retamo. La conjunción refiere a una unidad exclusiva de la Argentina, que se extiende desde el sur de Salta hasta el noreste de la Patagonia. Los bosques se desarrollan sólo en condiciones locales favorables, como es el caso de los algarrobales mezclados con quebrachales empobrecidos.

Al borde de los paredones, con sus troncos retorcidos, crece la chica, un pequeño árbol endémico del Gran Cuyo, de crecimiento muy lento y madera durísima. Sus nutritivas semillas fueron utilizadas por los aborígenes. Actualmente, en las sierras de San Juan, se tuestan para hacer café.
Al oeste de las Quijadas corre el río Desaguadero, que ha provocado una gran llanura de inundación donde crecen bosquecillos de chañar y plantas resistentes a los ambientes salados (halófitas).
Una zampa, un romerillo y una rosetilla o mata piedra, valorizan el patrimonio del Parque Nacional por ser exclusivas de la zona (endémicas). En cambio, otra especie de flora en la región, la verdolaga, junto al algarrobo negro y al retamo, corre peligro de extinción.

Entre los reptiles propios del monte, habita la tortuga de tierra argentina, una de las especies en peligro de extinción a nivel internacional, el matuasto, el geko y algunas víboras y culebras. En el Chaco semiárido pueden encontrarse distintos tipos de lagartijas. Comunes a ambos ambientes son la falsa coral y la boa de las vizcacheras o ampalagua, también en peligro dentro del país por la caza para la obtención de su preciado cuero.

La diversidad de las aves se ve favorecida por las condiciones del lugar que le facilitan su alimentación, reproducción y refugio. Se puede apreciar, con mayor frecuencia, al loro barranquero, el pepitero de collar y el chico, la monterita canela y la de collar, el hornero, la chuña chica, el caserote castaño y el verdón, además del ñandú y el cardenal amarillo. Entre las aves rapaces, se encuentran el águila coronada y el águila mora, el cóndor y el halcón peregrino, que está considerado vulnerable en el orden internacional y nacional.

Dentro de los mamíferos, pueblan Las Quijadas el guanaco, los pecaríes de collar, maras, pumas y especies como el quirquincho chico, conejo del palo y la laucha colilarga baya. Asimismo, en las zonas de médanos se ven el pichi ciego pampeano, animal en peligro, y el tuco-tuco mendocino. En otros terrenos moran el gato montés, el cuis chico y el conejo del palo, los pericotes y el quirquincho chico. También están en riesgo de desaparecer el gato moro y la rata vizcacha colorada.
Completan la fauna del lugar, ejemplares incorporados por el hombre que provocan disturbios en el área, como ser los burros que se han hecho silvestres y las liebres europeas, que compiten con la fauna nativa por territorio y alimento.

Las Quijadas

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